Su bajo precio y su parecidísimo aspecto a otros pescados blancos como el lenguado y la merluza, alimentaron la 'fiebre' del panga en Europa, con España a la cabeza; eso y que no tiene espinas. Pero, según los expertos, estos serían los únicos alicientes para el consumo de un pez que no tienen ni sabor ni casi propiedades alimenticias.
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