La tragedia de Catalunya: ningún acto –por irresponsable o grave que sea– acarrea consecuencias. El resto del mundo no funciona así y la UE, por vía de Italia, ha enviado un mensaje a Puigdemont y sus excursiones más allá de las sedes del Parlamento Europeo en Bélgica y Francia: coquetear con Rusia para debilitar Europa colma la paciencia.
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