Si no quedan etarras, pues tendrán que ser tuiteros, porque ya se sabe como empiezan estas cosas: primero el pensamiento, luego el acto. Un tuit no es más que una pintada virtual saltando de retrete en retrete y Fernández Díaz, a base de precognición y con la ayuda de la Virgen, los va examinando y descartando por docenas, igual que Tom Cruise evitaba los asesinatos en Minority Report antes de que se produjeran. Con Ana Pastor, el Gran Wyoming, los catalanes y los judíos hay barra libre, pero mucho cuidado con reírse de la Cifuentes...
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