Este año, la Semana Santa de Ponferrada tenía un pregonero de peso: Bernardito Auza, el nuncio apostólico en España, el embajador de la Santa Sede en el país. Y monseñor Auza se subió al estrado, ordenó los papeles y, acto seguido, decidió denunciar que la Semana Santa se había convertido en "un gran espectáculo teatral".
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