La cultura breve está por todas partes, y hay varios motivos para ello, no solo la pertinaz falta de concentración que solemos achacar al uso de la tecnología. Morán tiene su hipótesis: “Creo que la fascinación por los libros cortos surge de la necesidad de inmediatez en el consumo, terminar un libro para pasar al siguiente y así sucesivamente, lo que se traduce en más ventas”. A todo el mundo le viene bien. A las editoriales, porque venden más. A los lectores y a los prescriptores, “porque pueden crear contenido más rápidamente".
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