La entrevista oral, última parte del proceso de selección, se había repetido tres veces por orden primero de Rectorado y después de un juzgado madrileño, que entendieron que esta no se adecuaba a la normativa. A pesar de las repeticiones y de las denuncias de quien había acabado siendo el único candidato al puesto, el resultado ha sido siempre el mismo: el profesor que impidió el dedazo se queda sin la plaza.
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