Ninguno de los ciudadanos que conforman la comunidad del municipio de Galapagar tiene por qué sentirse aludido por el título de este artículo. Va dirigido contra una tribu que acampa en las proximidades de la vivienda de dos ciudadanos españoles con sus tres hijos, haciendo alarde, impunemente, de una conducta incivil, sobrada de testosterona y carente de cualquier atisbo de capacidad neuronal.
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