"Dejaban todo a mi voluntad. Me recomendaban ir, pero no lo veía claro. Al final visité más parroquias y tres sacerdotes distintos me dijeron lo mismo y me derivaron al Mater Misericordiae", cuenta. "Tú tienes un problema muy grande ¿Quieres arreglar esto?", le llegó a decir un sacerdote. Decidió ir a una sesión cuando era mayor de edad. Fuentes del arzobispado aseguran que "por lógica y secreto de confesión, no se tiene conocimiento de lo que los penitentes dicen a los sacerdotes en el confesionario".
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