“Al principio éramos bastantes. Y poco a poco las clases se iban vaciando”, constata Verónica Vigaray, de 31 años y una de las pocas mujeres que ha estudiado el grado de Ingeniería de Computadores en Málaga desde su implantación en el curso 2010/2011. La espantada se produce sobre todo en primero, donde cuatro de las 10 asignaturas son de matemáticas y una quinta, de física. Un muro para muchos. “Hay que tener fuerzas para seguir”, relata Rafael Hormigo
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