Un puñado de visionarios tomaron trenes y les “pegaron” varios turborreactores como si de aviones se tratara. Los resultados nunca fueron como para pensar en ir más allá de lo experimental, pero no cabe duda de que eran espectaculares. He aquí un somero repaso a ese tipo de locuras a reacción sobre raíles a través de los escasos ejemplos que fueron puestos en práctica en el mundo real.
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