Un fusil fabricado en Eibar que terminó en manos del Estado Islámico en Siria, munición para escopetas que partieron de Valdefresno (Castilla y Leon) y terminaron en la República Centroafricana, o pistolas de una empresa de Elgoibar que fueron decomisadas en el Reino de Baréin. Y así, al menos siete casos perfectamente documentados de armas de fabricación españolas que han terminado en zonas de conflicto donde, tras las sanciones internacionales, solo se impone el tráfico de armas.
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