El mundo se divide en dos tipos de personas, aquellas a las que les gusta la tortilla con cebolla y los que la prefieren sin cebolla. Las dos Españas enfrentadas desde tiempos de Maricastaña por un único ingrediente que se ha convertido casi en asunto de Estado. En realidad, lo que realmente debería preocuparnos de la tortilla es otro aspecto: si se parece a la de Betanzos y está más bien líquida por dentro o, por el contrario, está cuajada y bien hecha.
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