Los violentos disturbios del Reino Unido tienen raíces más profundas que la desesperación económica. Los intereses sionistas, a través de líderes de extrema derecha como Tommy Robinson, están avivando el fuego del odio. Sin una alternativa al status quo neoliberal, los británicos de clase trabajadora, desesperados, desilusionados y desposeídos, buscan cada vez más la salvación en outsiders y extremistas como Nigel Farage y Tommy Robinson. Y su remedio, como siempre, es culpar a los inmigrantes, a los refugiados y a "los otros".
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