No habían pasado unas horas y cientos de investigadores de salón, vía X, ya habían descubierto varios agujeros y contradicciones en la incipiente versión oficial sobre el fallido intento de asesinato de Donald Trump. Que un loco intente matar a un presidente o candidato es tan americano como el apple pie, pero el público quiere una conspiración. Y si no lo hay, se la inventa. No hay que alarmarse, estamos programados para creer en las manos negras. Aquí van algunas claves para entender cómo funcionan esas teorías alternativas y por qué gustan.
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