En ERC se daba por hecho que sus dos consejeros fugados, Serret y Comín, entregarían el acta. Pero la respuesta fue contundente: eran cargos electos y renunciar sería un deshonor y reconocer alguna culpabilidad. Rovira regresó a Barcelona con un palmo de narices y, además, con la filtración de su encuentro secreto con Puigdemont en la prensa a la mañana siguiente.
|
etiquetas: toni comín , erc , bruselas