La imagen de portada forma parte del salvaje ritual que sigue a la degustación del animal. Posiblemente, no hay un plato tan impactante, tanto, que las normas dictan que debe comerse con una servilleta sobre la cabeza del comensal, ya sea para retener los olores como para, quizás, ocultar el rostro ante la vergüenza de tanta lujuria. La forma en que van a degustar el ave se sale de cualquier otra convención, aunque su preparación es igual o más impactante y controvertida.
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