Después de la paella, hay pocas cosas que estemos maltratando tanto en España como el imperativo. Para los despistados, el imperativo es esa forma verbal semidesconocida que se emplea para ordenar o pedir algo, que termina en 'd' y no en 'r' y que ha recibido tantas patadas que ahora es fácil imaginársela hecha un ovillo en una esquina. Fundéu, en su cruzada por defender el buen uso del lenguaje, señala que uno de los errores más frecuentes, sobre todo en lengua oral coloquial, es el de formar el imperativo con el verbo en infinitivo.
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