Fue un golpe maestro del manual canalla. Sin pegar un tiro, sin amenazar a nadie, sin tan siquiera mostrar el rostro. Les bastó un teléfono, dos buenas falsificaciones y mucha labia para burlar el blindaje bancario. Una banda de expertos timadores, que la policía aún no ha sido capaz de apresar, robó, a finales del año pasado, al Banco Central Hispano 21 millones de pesetas con el truco del cheque bancario, el más difícil de todos los timos.
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