Ser gay en Polonia es tan peligroso como en Hungría, a pesar de que fue precursora mundial a la hora de despenalizar la homosexualidad en 1932. En un país ultracatólico, el daltonismo es habitual con respecto a los colores del arcoíris. Allí todo es blanco o negro. Casi un tercio de los municipios -la gran mayoría en el ámbito rural- se han declarado zonas libres de homosexualidad, una enfermedad según muchos ciudadanos. Los miembros del colectivo LGTBI que viven en estas áreas deben elegir entre agachar la cabeza, emigrar o luchar.
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