La Policía desarticula una red criminal de explotación laboral en el ámbito agrícola que recluía en casas ocupadas, liberando a 21 temporeras víctimas, procedentes de Moldavia y Rumanía, y ha detenido a 15 personas responsables, acusados de trata. La jornada laboral de las víctimas empezaba a las 6.00 cuando un coche las recogía, hasta las 20.00. No tenían descansos ni podían comer. El dinero que los propietarios de las fincas pagaban se lo quedaba el clan. Por ello se veían obligadas a coger la comida de los contenedores para sobrevivir.
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