El Foro Económico Mundial y otras instituciones calculan que para 2030 habrá una demanda 40% más alta, que el planeta no podrá suministrar. Eso afectará la agricultura, lo que aumentará los precios de los alimentos. Y, como señala el geólogo Ian Steward, no es difícil imaginarse que si no se encuentra una solución pronto, la posibilidad de que estallen guerras por agua dulce es alta.
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