El tabaco mata. Mucho. A ocho millones de personas cada año, según la Organización Mundial de la Salud. Pero sigue siendo una droga legal y los países hacen malabares para convivir con la industria tabacalera y encajar, a su vez, las políticas de salud pública para el control del tabaquismo. Una encuesta internacional sobre las injerencias del sector alerta de falta de transparencia en las interacciones de los gobiernos con esta industria, conflictos de interés y apoyos gubernamentales a acciones benéficas relacionadas con el tabaco.
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