Los procesos de divorcio son difíciles, y más aún cuando hay hijos de por medio. Suponen un desgaste emocional donde la salud física y mental se ven mermadas en todas las fases de la ruptura. Al fin y al cabo, es complicado asimilar que el proyecto de familia o pareja se ha ido al traste. Pero ante todo, siempre hay que proteger a los menores.
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