El acusado sometió a su mujer a «todo tipo de agresiones físicas y psicológicas» durante los 27 años que duró su matrimonio. Quince días después de la boda, el condenado le dio la primera paliza y, desde entonces, el maltrato fue continuo: el agresor impedía a su esposa relacionarse con su familia y salir de casa; la obligaba a bañarle, asearle, vestirle y calzarle. El individuo este también abusó sexualmente de sus tres hijas y agredió a sus tres hijos.
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