Entrar a trabajar más allá de las nueve, parar casi una hora para el café de la mañana, otras dos para comer y quedarse en la oficina hasta las tantas sólo por 'acompañar' al jefe son costumbres «totalmente obsoletas, tercermundistas, y con las que hace falta romper ya». Ese «conformismo» con las condiciones actuales es, según Buqueras, el responsable de que este país sea el segundo en Europa en el que más se trabaja al año (1.815 horas), pero ocupe el tercer lugar por la cola en productividad.
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