Se pensaba en los penaltis, en una suerte de maldición de Mónaco con el varapalo de 2006 ante el Sevilla en mente. Se vislumbraba el regreso a la tierra del proyecto Guardiola al final de una tanda de penaltis que nunca fue porque en el minuto 115 la final de la Supercopa quedó decidida por uno de las pocas instantáneas que el Barcelona dejó de sí mismo en el infame césped del Luis II
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