Hijo de una acomodada familia de industriales textileros vieneses, Stefan Zweig tuvo el privilegio de poder costearse una vida de artista. Su vida, en cierta manera, nos puede parecer hoy amaneradamente intelectual y hasta dolorosamente egoísta. Desde joven tuvo los medios para realizar el sueño de cualquier mortal: pudo viajar por el mundo, conoció a los intelectuales más interesantes de su época; publicó sus propias novelas, que de hecho fueron un éxito.
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