Con este auto, Garzón se despide del caso. Pero lo deja en un punto donde muchas evidencias serán difíciles de esconder. “Una cosa es que haya corrupción, otra que te toquen al tesorero, que es el cerebelo del partido”, decía hace unos días un miembro de la dirección del PP: “Si tocan a Bárcenas, la cosa cambia”. Y la cosa ha cambiado mucho, a peor para el PP.
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