Había comprado un apartamento y un automóvil, recibido clases de sueco, inscrito a su bebé en una guardería e incluso mejoró sus habilidades en esquí para adaptarse a las gélidas temperaturas. Aún así, más de tres años después de que su familia llegara a Suecia y a pesar de su bien pagado puesto como jefe de una de las compañías tecnológicas y de energía más prestigiosas, a Ali Omumi le pidieron que abandonara el país.
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