Cada vez que ves una cámara de fotos o un teléfono alzándose en actitud sospechosa, huyes despavorido. Odias salir en las fotos; lo odias porque jamás consigues superar esa cara de susto con la que quedas retratado. Lo has intentado de mil modos y no hay manera de que salgas con gesto natural. Y de la foto del DNI ya mejor ni hablamos. Como tú, hay miles de personas en el planeta que no son nada fotogénicas y jamás se les pasaría por la cabeza unirse a la moda de las selfies o autofotos.
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