Si, como yo, usted hubiera crecido entre dos regímenes autoritarios –el de la República Islámica de Irán y el de Siria–, con líderes como Hafez al Asad, el ayatolá Alí Jamenei y Mahmud Ahmadineyad, su juventud se habría visto influida por las dos corrientes mayoritarias del islam: la chií y la suní. Yo estudié ambas, y en un determinado momento incluso fui un devoto musulmán. Mis padres, que siguen viviendo en Irán y en Siria, vienen de dos grupos musulmanes étnicamente distintos: el árabe y el persa.
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