Tú, sentado delante de tu ordenador, con tus veintilargos, tus cuatro idiomas, tu par de másteres y decenas de prácticas y contratos precarios a tus espaldas. A unos metros de ti, ese/a que te pasa el teléfono cuando llama alguien hablando en inglés, que te pregunta dónde está la J en el teclado y lo que más valora de su jornada laboral es la pausa para almorzar. Puede que tu perfil parezca exagerado, y el de tu compañero una caricatura, pero quién no ha mascado esa rabia al comenzar un enésimo trabajo temporal, de verse rodeado de personas...
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