Siempre se habla con indisimulado desprecio del cine español realizado entre 1960 y 1985. Se dice que, mientras Goddard y Truffaut innovaban el séptimo arte en Francia o Fellini en Italia, aquí nos dedicábamos al llamado landismo, a Gracita Morales y Martínez Soria. Pese a que existían honrosísimas excepciones como Fernán-Gómez, Berlanga y demás, el cine comercial español del tardofranquismo tenía una calidad media lamentable. Y lo peor de ese cine no es que fuera malo, es que era omnipresente.
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