La tele agarra lo anecdótico y lo eleva a la categoría de amenaza global. Se apela a sentimientos comunes para convertir episodios particulares en peligros para la comunidad. Al "sola y borracha quiero llegar a casa" se le añade: "y, por cierto, a una casa sin okupas". Pocas cosas más transversales que el sensacionalismo, encantado de echar pienso en las granjas del miedo de unos y otros.
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