Al levantarte de la mesa, caminas hacia una ventana de tu casa y te sorprendes de encontrar a alguien mirando hacia dentro. Él no es de por aquí. ¿Qué haces? ¿Lo echas firmemente con cortesía? ¿Amenazas con llamar a la policía? ¿O le invitas a pasar, le muestras la casa y le invitas a un buen almuerzo? Esto es exactamente lo que hizo Roberto, de Jericó (Colombia). Este generoso acto es emblemático de los residentes de esta majestuosa región cafetera de Colombia, sin duda una de las más bellas de toda Sudamérica.
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