A remolque de una protesta incontestable y justísima, se ha subido un vocerío, especialmente en las redes sociales, que plantea el sexo como un problema. Lo que yo creía que era una normalidad sexual completamente intrascendente se está convirtiendo en libertinaje puro. Leo alucinado todas las disputas teológicas que asocian el deseo sexual a lo monstruoso y lo abyecto. Me tiro de los pelos leyendo a tuiteros que dan consejos para ligar en los que cualquier insinuación o maniobra de seducción es inadmisible. No entiendo nada.
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