Seguramente hayas leído (o vivido en tus propias carnes) la siguiente situación. Una amiga o conocida va a una tienda de ropa y vuelve desolada. Sus vaqueros favoritos, de una 38, le quedan igual que el día que los compró hace tres años, pero en las últimas rebajas del Zara un pantalón de la 40 apenas le subía por los muslos. De la indignación se pasa a la planificación de dietas y después al mucho más confortable proceder de refugiarse en las marcas que mejor nos miran, como H&M o Primark.
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