Una exclusiva. Un invitado estelar. Un giro dramático que nadie se espera. Los responsables de los programas de nuestra televisión están a la caza y captura de legítimas artimañas para subir la audiencia y destacar cuando la competencia se lo pone difícil. Hay tácticas honestas, creativas y brillantes. Otras, en cambio, no tanto: son demasiado básicas e incluso, en ocasiones, poco éticas.
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