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Seamos sinceros: el fin del mundo no le importa a nadie (y me parece bien)

Uno: nunca antes hemos vivido a tanta velocidad (creo que hay poca discusión sobre ello). Dos: nuestras vidas son mucho menos previsibles que en el pasado, especialmente desde que la crisis y su turboaceleradora de precariedades alejasen nuestros futuros de nuestros presentes. Tres: nunca antes hemos tenido tanta conciencia de nuestra posible extinción, ni hemos necesitado tanto tomar medidas al respecto. Cuatro: pues ok.

| etiquetas: apocalispsis , mortalidad , tiempo , cambio climático , héctor barnés

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