En una de sus habituales muestras de prudencia, el presidente Artur Mas colocó al frente de la demoscopia oficial catalana a un señor que había abandonado Esquerra Republicana por considerarla una formación españolista. Un tío centrado. Dispuesto a revolucionar la cocina creativa, tan de moda en esta parte del Mediterráneo, puso a los encuestadores a hurgar en los sentimientos del personal. Yo colgaría el teléfono, o cerraría la puerta en las narices, a cualquier funcionario o parejo que inquiriera acerca de mis sentimientos
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