Pues este era Schopenhauer y esta su madre: «Me gustará mucho tenerte unos días conmigo; lo único que te pido es que te traigas contigo el buen humor y que dejes en casa ese espíritu tuyo de discusión a fin de que no tenga que pasarme tardes enteras discutiendo acerca de las bellas letras o las barbas del emperador». Ánimo conciliador y preavisos no faltaron por parte de Johanna Schopenhauer, aunque sirvieran para poco. Por mucho que su vástago estuviera llamado a convertirse en el reconocido padre del pesimismo metafísico, ella era una reina
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