Con listas de espera quirúrgica que superan los cien días, centros que necesitan, como poco, un lavado de cara, y un déficit de 5.000 profesionales de la sanidad para la próxima década, anuncios como el del dueño del imperio Inditex supusieron para el sistema público un balón de oxígeno. No obstante, la alegría inicial se iba desinflando a medida que pasaban los meses, y aquellos centros en los que se esperaban las máquinas de última generación para los tratamientos oncológicos siguen con las manos vacías.
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