En España, una persona con unos ingresos de 8.460 euros no puede vivir dignamente: no puede ser independiente, pagar un alquiler y los gastos corrientes de la vivienda, alimentarse, pagar el transporte o el teléfono, es decir, cubrir el mínimo vital. La baja cuantía del SMI condena a la persona que lo cobre a ser una trabajadora o trabajador pobre, sin posibilidad de desarrollar una vida digna en el aspecto material.
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