Dedicarse a la vida religiosa tenía su coste. Aunque mucho menor que la dote, la mayoría de las órdenes también exigían una cantidad económica para aceptar a las adolescentes. La mayoría de los conventos femeninos no tenían medios propios de subsistencia y vivían de las donaciones de terceros (bienes dejados en herencia por los feligreses, donaciones “pro anima” -para salvación de las almas del donante o algún familiar-, pagos por ser enterrado en los terrenos del convento…) y las aportaciones que hacían las nuevas religiosas.
|
etiquetas: edad media , monja