La palabra retirada es un tema tabú dentro del mundo del deporte. Implica el adiós a una forma de vida, un trago siempre amargo por muchos éxitos que se hayan cosechado. Puede ser culpa de las lesiones o, más probablemente, del paso de los años. El cuerpo ya no responde a la carga de intensidad ni a los esfuerzos como antaño. Pero el caso de Ruth Beitia es peculiar. La semana pasada, en Río de Janeiro, la saltadora cántabra logró el mayor triunfo de su carrera deportiva -el oro olímpico- con 37 años.
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