Estados Unidos parece enfrascado hoy en crear una nueva, aunque paradójicamente conocida, imagen de su enemigo del siglo XXI: Rusia, en sustitución del terrorismo, pretexto de turno de principios de esta centuria para sus gastos bélicos. La posición asumida por Washington de respaldar a formaciones armadas para derrocar al legítimo presidente sirio, Bashar Al Assad, a todas luces dejó al descubierto sus vínculos con grupos terroristas que campearon con su violencia por Siria hasta 2015.
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