Para ahuyentar el mal de ojo los romanos colocaban en la entrada de los hogares estas tintinnabula, unas campanillas con aspecto fálico. El órgano masculino era considerado un talismán de fertilidad y prosperidad, y servía además para alejar los malos espíritus. El ruido emitido por una campanilla también se consideraba un poderoso hechizo que atraía el favor de los buenos dioses. Por eso, la combinación de ambos objetos convertía el tintinnabulum en un guardián muy deseado, que también solía colgarse del cuello de algunos bebés.
|
etiquetas: romanos , falos , puertas , colgando , tintinnabula