El director franco-polaco añade un epílogo a sus memorias donde resume los últimos años en relación a las acusaciones de violación de una adolescente. Por respeto, decidió usar seudónimos en todo el fragmento. "Ahora se me considera universalmente, bien lo sé, un perverso enano libertino. Mis amigos –y las mujeres de mi vida– saben que eso no es cierto". Ese affaire de Los Ángeles, como lo llama en el libro y que él siempre ha calificado de consentido, cambió para siempre la percepción hacia su trabajo.
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