Eran las obras estrella de la galería. Dos piezas de Picasso y una de Miró colocadas en el centro de gravedad de la sala, en el foco de todas las miradas. Tres joyas de un coleccionista privado que las cedió para la exposición. Apenas llegaron a estar diez horas colgadas en la pared, y no porque alguien pagara su elevado precio, fueron robadas el mismo día que se inauguró la muestra.
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