Amenazas de muerte, agresiones, inquilinos controlados por cámaras, habitaciones nuevas de la noche a la mañana, 'camas calientes' y pagos en 'B'. Todo en un mismo edificio donde residen trabajadores por breves períodos de tiempo. “Esto no es Guantánamo, es Eivissa, aunque bien podría serlo” o “No queda otra. Es el precio que muchas personas pagan por trabajar en Eivissa”, es lo que aseguran algunos vecinos que viven en las habitaciones alquiladas en un almacén anexo a la casa principal de una finca situada en la localidad de Sant Antoni
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